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Infancia 

Recuerdo vago que se hunde silencioso en el preterito mientras nos devoran los ahoras. Fuente de la que brotó este río que fluye hacia la mar inmensa. Encuetro y despedia con todas las almas solitarias que recorren su camino, incluso con mi solitaria alma que deambula algún camino. Ayer lleno de luz en el que conocí el amor, la ternura, tu patria y tu casa.

Gerardo



CARTA PARA MAMÁ

De: Juan Carlos Acosta.

En un día como hoy Mamá  se quedó mirando el solar de la casa con sus manos alrededor de una taza de café, de pronto tuvo la idea de escribir sus recuerdos, cogió un cuaderno de cien hojas a rayas y empezó a escribir sus "Memorias y leyendas de mi pueblo".

La sigo viendo en una mañana brillante hablando por la casa, regañando al gato que por pendejo se dejaba robar la leche del perro o diciendo missh, missh, o piuu, piuu piuu piuuu...y su voz…Estaba por toda la casa, laboriosa desde el patio de las gallinas hasta la tienda, desde el solar quemando la basura hasta las botas de caucho que venían a comprarle para el invierno los campesinos…Una vez llegó a la escuela en mitad de la mañana una niña "Mónica Gómez" con un emparedado de pan con queso, bocadillo y salchichón enviados por mamá y yo tuve que salir del salón de clases con mis cachetes coloreados a comer las onces que enviaba mamá. Mamá, sé que nos seguirás amando aun después del último olvido. Recuerdo tus lágrimas cuando hablabas de Eduardo, lo mucho que lo tuviste lejos, de Hernán por haberle pegado siendo un niño  y sin permitirle que te explicara la palabra "dedecuta". Tengo la imagen de Jairo quizá a los ocho años llorando en un parque de un país lejano (para un niño un pueblo debe ser como un país) con sus zapatos rotos y tu contando esta historia mientras corrían lágrimas en tu cara. Te hemos imaginado en mitad de la nada con tus zapatos rotos, atravesando una ciudad desconocida con un tobillo inflamado, la angustia, el miedo y al final la tenacidad de tu amor y el cupo de Lucho en el Nicolás Esguerra.

Mamá, tu escuela rural donde enseñabas a sumar con los peldaños de las escaleras, tu curiosidad de saber cómo Florentino engaño al diablo con un huesito de gato y una oración "que le hacía temblar los mismísimos infiernos". Te acuerdas en la iglesia la cachetada que se ganó Polo Gamboa por tocarte una rodilla? Cuantos años tenías? Catorce?, Mami, cuando la sal del sudor se secaba en tu cara por el viento y el sol y nosotros aún no habíamos nacido y tu venías atravesando el rio contador con tus quince años y viste una pared de agua turbia con árboles y lodo, que pasó segundos más tarde y salpicó todo el agua cristalina del rio contador. Mira lo curioso y caprichoso del destino, quizá nada de las maravillas y angustias que vinieron después, toda tu prole, incluso estas palabras que te elogian ahora no existirían si te hubieras devuelto en esa yegua briosa de tu padre. Te habrías ahogado con todos nosotros en el rio Guayabal, ese humilde rio donde jugamos en los primeros años de la infancia. Mamá te debemos la gracia de la vida. Este presente es parte de tu regalo, de tus manos amorosas. Agradezco cada día el amor con el que hiciste tu vida, nuestros hijos cada día lo reciben desde tus pequeñitas manos y siguen nutriéndose de ellas. FELIZ CUMPLEAÑOS PARA MAMÁ. 

…Acabo de llegar y releo las líneas que escribiste sobre mamá, bellísimas, ella viviendo en el presente de sus emociones, las que le dibujaron su alma desde niña. Si fuera pintor, quisiera imaginar sus recuerdos, parecidos a los dibujos de Chagall…

Un abrazo para Dora Bermúdez y Amparo que ayer estuvo también de cumpleaños. Dile a mamá que en una esquina de la finca apareció de pronto un viejo trapiche que nadie había visto antes y que ella y Papá Pedro lo encontraron después de darle una vuelta a la finca … “Mire mija” decía él, señalando con el brazo desde el caballo…”Aquí los trabajadores han estado haciendo chirrinche, quien sabe desde cuando”…

Un día Inés se enamoró de un muchacho tímido de ojos verde miel y desde el mostrador de su tienda pensó que esa cara bonita la iba a acompañar toda su vida. Y así fue. Nosotros somos sus testigos. Habrá un día en que ya no le queden recuerdos, entonces quizá se volverá tan liviana como las palomas que levantaron al principito para su último viaje. Ese día, no deberíamos llorar, porque sabemos que seguirá siempre con nosotros.

J.C.A